lunes, marzo 12, 2007

Mariano Rajoy

A pesar de no es mi costumbre ni mi intención convertir este blog en un blog político, a veces, no queda otro remedio que hablar y decir lo que uno piensa.

Cuando Mariano Rajoy fue elegido/designado candidato del PP para las elecciones de 2004, todo parecía indicar que se trataba de un candidato más sosegado que José María Aznar que quería recuperar el electorado centrista. Tras las elecciones del 14-M, el Partido Popular (PP) no digirió la derrota electoral y, lo que es peor, no entendió el porqué los electores trastocaron todos los pronósticos anteriores.

Durante esa primera etapa, el PP anduvo desconcertado y perdido en una estrategia basada en fomentar diversas teorías, a cual más peregrina y falsa. Inicialmente, se dedicó a deslegitimar el resultado electoral señalando que el PSOE había manipulado al pueblo durante los días siguientes al 11-M en una suerte de golpe de estado encubierto. No habían entendido que lo que el electorado castigó fue la manipulación informativa que siguió al 11-M y cuyo principal exponente fue Angel Acebes.

En una segunda etapa, el PP, de la mano de el periódico "El Mundo" se enredó en una teoría conspirativa sobre el 11-M destinada a intoxicar a la opinión pública. Dicha teoría -que, de paso, cabe resaltar que cada día es desmentida por los hechos, por los testigos y por los propios acusados en el juicio de la Casa de Campo - fue cambiando a lo largo del tiempo hasta conformar un argumento alucinante. Al parecer, ETA, a través de unos terroristas islámicos, es la autora del atentado. Según esta patraña, todo esto se produjo con la connivencia, o el apoyo, de un grupo de policias cercano al PSOE que encubrieron o facilitaron los hechos con el fin de que el atentado se volviese en contra del gobierno de José Mª Aznar y, en consecuencia, de Mariano Rajoy, candidato del PP. Aparte de resultar absurda, esta teoría entra en franca contradicción con la teoría sustentada por el PP acerca de que antes del 14-M, la derrota de ETA era inminente. Ante esto, cualquier persona puede formularse una serie de preguntas: ¿Si la derrota de ETA era inminente, como podía estar detrás del 11-M y no haberse enterado nadie?; ¿qué responsabilidad tenía el Ministro del Interior, Angel Acebes, por el hecho de que esta trama se estuviese fraguando sin que se enterase de nada?; ¿si el 11-M no tuvo nada que ver con la guerra de Iraq, porque el CNI alertó al gobierno d ela posibilidad de que se produjesen atentados islamistas? y, aún más, ¿porqué no se tomó ninguna medida si se disponía de esa información?. Pura manipulación.

En una fase posterior, o simultáne, empezó el debate del Estatut de Catalunya. España se desmembraba, Zapatero es un vendepatrias y un traidor. Dejando de lado la consideración que a cada uno le pueda merecer el Estatut de Catalunya, hay algunos hechos que merecen resaltarse. Gran parte del articulado del Esatut se recoge casi literalmente en el Estatuto de Andalucía - que el PP apoyó - y en el de la Comunidad Valencia - dónde gobierna el PP - se hace mención expresa a la extensión de competencias al nivel de cualquier otra Comunidad Autónoma y eso, incluye las competencias del estatuto catalán. Desde sectores del PP se apoyó una campaña de boicot a los productos catalanes en favor de "productos españoles". Y ante esta postura uno puede formularse nuevamente una serie de preguntas. Si los catalanes no son españoles, no deberían estar en España y, por tanto, lo mejor sería que fuesen independientes. Por el contrario, si los catalanes son españoles, tendrán derecho a reformar su estatuto siempre y cuando se cumplan los preceptos marcados en la Constitución; a saber: aprobación por el Parlamento catalán, aprobación por el Parlamento español y aprobación en referéndum.

Posteriormente vino el anuncio de ETA de una treguia indefinida. Desde el inicio, la postura del PP fue de bloqueo del proceso. Es evidente que Zapatero no ha gestionado el proceso adecuadamente y que ETA no es un interlocutor fiable. Sin embargo, en la lógica del PP se establecen una serie de premisas (falsas) que se repiten hasta la náusea con el fin de convertirlas en verdades.

Primera: Si ETA no atenta es porque el gobierno ha cedido a las peticiones de los terroristas. Si esto fuese así, el atentado de Barajas significaría que el Gobierno no cedió y, en consecuencia, no podría acusársele de debilidad ante los terroristas. Veamos algunos hechos. Batasuna estaba ilegalizada en 2001 y sigue ilegalizada. No se ha acercado ningún preso y no se ha establecido ninguna mesa de partidos para discutir ningún tema político.

Segunda: Existe un pacto (oculto) entre el Gobierno y ETA para legalizar a Batasuna y conceder beneficios a los terroristas. Véase un pequeño ejemplo de la falsedad del argumento. El caso de Juana, nace precisamente del interés del Gobierno al considerar que, a pesar de que de Juana había cumplido su condena (de la que, por cierto, redimió varios años por beneficios penitenciarios aplicados durante los sucesivos gobiernos de Aznar), la salida de prisión de este sujeto era inaceptable. El Gobierno instruye a la Fiscalía a buscar indicios de nuevos delitos y se le acaba condenando por un delito de amenazas terroristas y otro de enaltecimiento del terrorismo. Sin valorar las sentencias iniciales, pero tras haber leído los artículos que escribió en Gara este tipo, uno llega a la conclusión de que de Juana es un individuo despreciable y repugnante pero difícilmente uno ve en sus artículos mayores fundamentos de delito que lo que se puede oír en algunas emisoras católicas de radio cada mañana. Cuando la sentencia es recurrida, obviamente el Tribunal Supremo modifica las condenas iniciales que no se sustentaban en derecho. Como el proceso penal es lento, la condena firme llega cuando de Juana ha cumplido la mayor parte de su sentencia y tiene el derecho, eso sí, sujeto a decisión favorable de Instituciones Penitenciarias, de lograr el segundo grado o la prisión atenuada. Ante la situación de huelga de hambre del terrorista el Gobierno, informe médico en mano, decide concederle la prisión atenuada (que no la excarcelación como falsamente ha difundido el PP). La decisión puede considerarse errónea y discutible pero no más que definir a ETA y a su entorno como el Movimiento Vasco de Liberación Nacional (véanse las declaraciones de Aznar durante la tregua de 1996).

El PP decide que la estrategia electoralmente más rentable es la de echarse a la calle contra la política antiterrorista del Gobierno (algo insólito en Europa) y fomentar la visceralidad en lugar de la racionalidad. Si esto ya es grave, aún más grave es que estas manifestaciones no sean para pedir el fin de ETA sino el fin del Gobierno Zapatero. Cuando se ven en las manifestaciones pancartas con eslóganes tales como "Zapatero Anticristo" (sic) o se oyen gritos como "Zapatero vete con tu abuelo" (que fue fusilado durante la guerra), uno no puede más que dudar de si se trata de manifestaciones contra la política del Gobierno o, simplemente, contra el Gobierno. Más miedo da todavía la apropiación de símbolos que deberían unir en lugar de dividir. Cuando se convoca una manifestación apelando a la "gente sensata y decente" (de lo que se deduce que los que no la apoya son indecentes e insensatos), se utiliza el himno nacional con una finalidad partidista o se grita "España, España" contra un gobierno, uno entiende que se está fomentando una trinchera entre la "España" (aquellos que apoyan al PP) y la anti-España (aquellos que están en desacuerdo con el PP).

Mariano Rajoy parece cautivo de esta dinámica y está siendo presa de un mesianismo peligroso. Su discurso actual da a entender que España sólo puede comprenderse como la comprende el PP y cualquier otro planteamiento es traidor, claudicante y desmembrador. Este discurso además de ser, esta vez sí, insensato, es sumamente peligroso. Cuando durante muchos años nos congratulábamos de que en España no existía la ultraderecha o era residual, nos equivocábamos. Sólo estaba dormida y a la espera de que alguien la agitase.


Mariano Rajoy debe decidir si quiere ser el líder de un partido conservador europeo o de un partido ultraderechista más próximo al Frente Nacional de Le Pen. Debe decidir si cree en el respeto a las instituciones y en las reglas del juego democrático o quiere ser el presidente del Gobierno cueste lo que cueste y caiga quien caiga. Piense usted señor Rajoy que cuando uno convoca al diablo para que le ayude, va a tener que pagar un precio. Quizás, un día, usted sólo sea el tonto útil que ha hecho el trabajo sucio del demonio y, para entonces, no podrá siquiera pedirle expliaciones. Y no se olvide tampoco que ese electorado centrista que usted buscaba en 2004 se asusta con los exabruptos que nos brindan sus seguidores a diario y perciben las manipulaciones que están llevando a cabo. Quizás gane usted los votos que ya tiene y los de la ultraderecha pero puede perder los que tenía prestados en el centro y, entonces, se llevará una sorpresa. Si eso pasa, esperemos que no piense de nuevo en ninguna conspiración. O mejor dicho, piense en la conspiración que usted y los que están detrás de usted dirigiéndole, han organizado.

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