El capitán miró a Fermina Daza y vio en sus pestañas los primeros destellos de una escarcha invernal. Luego miró a Florentino Ariza, su dominio invencible, su amor impávido, y lo asustó la sospecha tardía de que es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites.
- ¿Y hasta cuando cree usted que podemos seguir en este ir y venir del carajo? - le preguntó
Florentino Ariza tenía la respuesta preparada desde hacía cincuenta y tres años, siete meses y once días con sus noches.
- Toda la vida - dijo
Gabriel García Márquez - El amor en los tiempos del cólera
viernes, diciembre 07, 2007
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