Como cualquier otro día, Carlos García salió de su casa a las siete y veinte minutos de la mañana. Se dirigido al metro, espero pacientemente la llegada del tren y subió a él. Como cualquier otro día, fue a su oficina, trabajo de ocho a una, comió solo, volvió a su trabajo, siguió en su oficina hasta las seis y volvió a tomar el metro. Mientras iba en el vagón, por un instante cruzó su mirada con ella y rápidamente la perdió de vista. Como cualquier otro día llegó a casa, se puso sus zapatillas y cenó solo ante la televisión. Como cualquier otro día, esa noche no durmió.
domingo, diciembre 23, 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario