La prensa local se hace eco del asalto y la presión sobre la policía para que resuelva el caso va en aumento. La policía empieza a vigilar a una serie de sospechosos. El 5 de mayo, Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, son detenidos casi por casualidad ya que no figuran en la lista de sospechosos. En realidad, el arresto se produce cuando la policía seguía la pista de un conocido anarquista. Tras un registro, se les encuentra dos revólveres y un panfleto anarquista en el que figura el nombre de Vanzetti. Mienten sobre sus actividades anarquistas, lo que hace surgir la sospecha de qu ocultan algún crimen. Sacco y Vanzetti son inmediatamente considerados los autores del asalto de Braintree. Vanzetti es acusado también de un atraco anterior en Bridgewater.
El Tribunal de Massachussets juzga inicialmente a Vanzetti como autor del asalto de Bridgewater y le condena a una condena de 10 a 15 años de prisión a pesar de que numerosos testigos afirman que no se encontraba en el lugar de los hechos. La mayoría de testigos son italianos que apenas hablan inglés y cuyo testimonio debe ser traducido. Además, Vanzetti se niega a declarar para ocultar su militancia anarquista.
Sacco y Vanzetti son militantes anarquistas y colaboradores del periódico Cronaca Sovversiva, la publicación revolucionaria más influyente de los Estados Unidos. En 1919, ante el temor de una “oleada roja”, el Congreso de los Estados Unidos había aprobado la adjudicación de fondos para la investigación de las actividades anarquistas (la investigación se encargó a Edgar Hoover, posterior director del FBI). La represión política de comunistas y anarquistas es intensa y parece que todo vale para frenar la “expansión revolucionaria”.
Ante la cercanía del juicio por el asalto de Braintree en el que se les acusa de atraco y asesinato en primer grado, Sacco y Vanzetti cambian de abogado y Fred H. Moore, un conocido abogado socialista, se encarga de su defensa. La estrategia de la defensa cambia radicalmente en relación al primer juicio. Moore plantea el juicio como un juicio político. Los acusados son perseguidos no por ser autores del atraco (de lo que hay más que fundadas dudas) sino por su militancia política. Ambos admiten ser anarquistas y no esconden sus ideas. Moore organiza manifestaciones, mítines y acude a organizaciones anarquistas, comunistas y socialistas de distintos países para ejercer presión; incluso pide apoyo al gobierno italiano ya que Sacco y Vanzetti siguen siendo ciudadanos italianos.
A pesar de toda la campaña en apoyo de los acusados, Sacco y Vanzetti son declarados culpables el 14 de julio de 1921. Empieza un batalla legal y política que durará hasta 1927. Hay evidencias del perjurio de varios testigos, de la obtención de pruebas ilegales o de su falsificación; incluso existe una confesión de un criminal convicto, Celestino Madeiros, en la que reconoce la autoría de los hechos. El juez Thayer (que ha presidido el juicio) es acusado de prejuicio y parcialidad. Los recursos presentados por Moore son rechazados y éste llega a ofrecer una recompensa por la entrega de los auténticos responsables. Este hecho provoca el rechazo de Sacco y Vanzetti que habían ido distanciándose de su abogado y le sustituyen por William Thompson en 1924. Thompson adopta una estrategia estrictamente legal haciendo hincapié en todas las irregularidades del proceso. Sin embargo, el trasfondo político del asunto no puede olvidarse y toda la izquierda, no sólo en los Estados Unidos, sino en la mayoría de países sigue manifestándose contra la condena. En los Estados Unidos, muchos juristas, aún rechazando las ideas políticas de los acusados, se unen a la protesta ante la evidente injusticia del caso.
Uno tras otros todos los recursos son rechazados y finalmente, el 9 de abril de 1927, el tribunal de Massachussets les condena a muerte. Sacco y Vanzetti son ejecutados en la silla eléctrica el 23 de agosto de 1927. El 23 de agosto de 1977, el gobernador de Massachussets, Michael Dukakis, absolvió a Sacco y Vanzetti de todos los cargos y reconoció la injusticia cometida 50 años antes.
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