Los cebrajirafantes (Protoequus giraffus proboscideus) constituyen uno de los enigmas biológicos más sorprendentes. Estos animales hoy extintos fueron un antecesor inmediato tanto de las cebras como de las jirafas como de los elefantes y son el único ejemplo conocido de una especie cuyos descendientes se encuentran en tres órdenes distintos (Perissodactyla, Artiodactyla y Proboscidea). Los registros fósiles indican que los cebrajirafantes habitaron en la sabana africana desde el Mioceno (hace unos doce millones de años). Su dieta era herbívora y se alimentaban de los tallos más jóvenes de las copas de los árboles de ahí su largo cuello y su trompa. En algún momento hace unos cinco millones de años, los cebrajirafantes empezaron un proceso de diversificación que condujo a la aparición de los équidos, los jiráfidos y los elefántidos. El descubrimiento en el actual desierto del Sahara de pinturas rupestres que muestran representaciones esquemáticas de cebrajirafantes conduce a la conclusión que esta especie pudo persistir con relativamente pocos cambios hasta hace unos 8.000-10.000 años momento en el que debió extinguirse por una conjunción de factores tales como la disminución de las precipitaciones y el avance del desierto.
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