Se hubiera dicho que, ante las miradas del espectador, un estremecimiento apenas perceptible de sensualidad recorría aquella desnudez. Se podía imaginar que se percibía la emanación invisible y viva, la evaporación de aquella carne, de tal manera que si se hubiesen apoyado en ella se habría respirado, ya no un olor de pintura y barniz, sino el olor de un cuerpo humano.
Thomas Mann - La Montaña Mágica (fragmento)
No hay comentarios:
Publicar un comentario