viernes, enero 30, 2009

jueves, enero 29, 2009

miércoles, enero 28, 2009

domingo, enero 25, 2009

jueves, enero 22, 2009

martes, enero 20, 2009

Good-bye (for ever) Mr. Bush; welcome Mr. Obama



Neil Young & Pearl Jam - Keep on Rockin' in the Free World

lunes, enero 19, 2009

Clásicos Populares (408)



Echo and the Bunnymen - Seven Seas

domingo, enero 18, 2009

Tres estrellas Michelin

El restaurante de Luis Aguinaga hacía tiempo que languidecía en una sutil pero continua decadencia. En tiempos de su padre, el local había sido lugar de reunión de la flor y la nata de la sociedad local. Políticos, empresarios, artistas de cine, toreros, todos escogían el Mesón de Aguinaga como el lugar ideal para tramar la próxima jugada política, cerrar un buen negocio o celebrar el éxito de la última película. De aquel entonces sólo quedaba una decoración anacrónica que ni siquiera tenía el encanto de lo kitsch, una carta en la que abundaban los platos clásicos y recargados y unos camareros con unas maneras a juego con la decoración del local. Luis sabía bien que el negocio necesitaba una remodelación urgente si quería tener un futuro distinto que el de convertirse en refugio de viejas glorias venidas a menos. Lo que más le pesaba era la idea de que cambiar el restaurante era como enterrar de nuevo a su padre. Todos y cada uno de los detalles, desde la cubertería hasta los manteles, del diseño de la carta al de los baños habían sido obra de su padre. Esta idea le atormentaba por las noches y hasta había tenido pesadillas en las que se aparecía el fantasma del difunto acusándolo de traición. Sin embargo, no había otro remedio. Renovarse o morir – pensaba, y se justificaba diciéndose que cerrar sería peor traición que cambiar. Tras muchas noches de insomnio tomó la decisión, lo renovaría todo, la decoración, el personal y, sobre todo, la carta. Estaba harto de la oca con peras y del soufflé, del filete Strogonoff y del sorbete de limón. Él había nacido cocinero y sabía que podía ser un buen cocinero si dejaba volar su creatividad.

El local estuvo cerrado durante seis meses. Las paredes de color crema y las grandes arañas de cristal se transformaron en paredes de colores vivos y en lámparas minimalistas. De la carta desparecieron todos los platos anteriores y aparecieron otros como las nubes de queso de cabrales rellenas de perfume de rosas o el volcán de compota semifría de frutos rojos sobre lecho caramelizado de menta. Los nuevos camareros eran todos profesionales de escuela, con maneras exquisitas y apariencia de modelos de alta costura. Hasta los baños parecían una galería de arte en el que los azulejos de las paredes habían sido decorados a mano por los artesanos más reputados. Cuando todo estuvo listo y Luis se creyó preparado, invitó a unos cuantos familiares y amigos íntimos con la idea de que le diesen su opinión. Todos se deshicieron en elogios: los entrantes, sublimes; la ensalada, fresca pero consistente; la carne, deliciosa; los postres, originales y exquisitos; la carta de vinos, seleccionada con atrevimiento pero con criterio. Luis lloraba de alegría por dentro. El lunes que viene inauguración oficial – pensaba.

La inauguración fue mal. El día elegido llovía a mares y todavía pesaba mucho la fama acumulada por el restaurante de ser un local pasado de moda. Muchos de los invitados no acudieron y al día siguiente la prensa sólo publicó algunas breves reseñas. Durante las siguientes semanas, la clientela fue escasa y aunque los clientes quedaban satisfechos, los precios que había tenido que poner para poder amortizar los gastos de remodelación tampoco facilitaban las cosas. Luis quería morirse. He destrozado el negocio que con tanto esfuerzo levantó mi padre – se recriminaba Luis. El lunes por la noche – era el día de descanso - Luis estaba viendo las noticias en la televisión. La Academia de Bellas Artes había concedido su medalla de honor a Juan José Arteaga, afamado chef que dirigía el restaurante “El Mirador” que durante tres años consecutivos había recibido las tres estrellas de la guía Michelin y, según el New York Times, era el mejor restaurante del mundo. Luis tuvo una revelación: Lo que necesitaba era llegar a los medios de comunicación, tenía que explotar el lado mediático de la restauración.

A la mañana siguiente, estuvo llamando a todos sus amigos y conocidos en el ramo para conseguir el teléfono de los responsables de la guía Michelin. Tras varias horas colgado al teléfono, por fin obtuvo un teléfono de contacto. Marcó el número y una voz al otro lado le respondió: Allô? Su francés era macarrónico pero suficiente para entender y hacerse entender. Explicó que era el chef de un restaurante de larga tradición que se había remodelado recientemente y que deseaba que un evaluador de la guía le hiciese una visita. Aunque tenía un poco de dificultad en seguir la conversación, rápidamente entendió que le daban largas. Que si había una lista de espera muy extensa, que si tendría que esperar. Excusas – pensó. Insistió lo más amablemente que pudo, pero sin resultado. A partir de ese momento, llamó cada día y cada día recibía la misma respuesta. Al cabo de un mes de llamadas diarias, cuando ya se veía abocado al cierre, por fin obtuvo una respuesta positiva. El evaluador, Monsieur Fleurignac podía visitar su restaurante el siguiente lunes. Pero, oiga, el lunes es día de cierre – repuso Luis. Lo siento señor, M. Fleurignac es el único día que tiene disponible – le contestaron. Está bien, que sea el lunes – dijo Luis. Había decidido encargarse de todo él solo. Cocinaría y le serviría los platos más exquisitos e innovadores. Todo saldría perfecto.

Casi no durmió los días siguientes. El lunes por la mañana se levantó a las cuatro para ir al Mercado Central y comprar los mejores productos que hubiesen llegado esa mañana. Tenía una idea clara del menú: delicias de bogavante con muselina de erizo de mar sobre cama de rúcula, canelones de foie gras deconstruídos y caramelizados con miel de romero y steak tártaro de buey aromatizado con flores. De postre, helado de mango y mandarina con corazón de chocolate caliente. Para beber, una selección de los mejores vinos de su carta. Se metió en la cocina a las seis de la tarde y estuvo cocinando como nunca antes lo había hecho. En cada plato puso todo su saber y toda su pasión. A las nueve, tal como habían acordado, llegó M. Fleurignac. Tras saludarse brevemente y enseñarle todo el restaurante, de la cocina a los baños, le acomodó en la mesa y le explicó el menú que le había preparado. M. Fleurignac asintió con una leve inclinación de cabeza y le pidió si podía empezar a servir. Durante los 45 minutos largos que M. Fleurignac estuvo degustando sus platos, Luis tuvo un nudo en el estómago. Al acabar el postre, M. Fleurignac le pidió un café y le rogó que se sentara a la mesa con él con el fin de comentarle su opinión sobre los platos que acaba de probar. Luis preparó el café en una de esas viejas y enormes cafeteras de hierro que se estilaban antaño y que era de lo poco que se había salvado del antiguo restaurante. Con ella en la mano se dirigió hacia la mesa del mismo modo que un reo al que le van a leer la sentencia.

M. Fleurignac empezó alabando la decoración, el buen gusto de todos los detalles y lo exquisito de la cubertería y la cristalería. Luis estaba cada vez más nervioso y esos rodeos aumentaban su ansiedad. Hubiera querido gritarle que se dejase de tonterías y le dijese de una vez que le habían parecido sus platos pero se contuvo. Tras agradecerle la invitación y dar otra vez mil rodeos, M. Fleurignac entró en materia. Querido amigo – dijo, todos los platos eran excelentes y bien presentados – Luis temblaba de emoción. Sin embargo – continuó M. Fleurignac mientras Luis empezaba a acongojarse, lamento decirle que el nivel de su cocina no llega a la calidad necesaria para conseguir el galardón que usted tanto ansía. Debería usted cuidar más la armonía de sabores y la plasticidad de los colores – prosiguió M. Fleurignac. Siento decirle que aunque su cocina es excelente, le faltan aquellos pequeños detalles que le harían merecedor a las tres estrellas en nuestra guía. Yo diría que una estrella en nuestra guía es más que un justo premio a …

No pudo terminar la frase. Luis, desbordado por la cólera, golpeó la cara de M. Fleurignac con la cafetera. Éste cayó fulminado. Loco de rabia, Luis siguió golpeando aquel cuerpo inerte hasta que se dio cuenta que M. Fleurignac estaba muerto desde hacía rato. Entonces lloró. Estuvo llorando hasta pasada la medianoche.

Las horas de llanto habían disipado su cólera y su cabeza podía volver a pensar con una cierta normalidad. Cuando se dio cuenta del crimen que había cometido primero tuvo miedo pero enseguida se dio cuenta que, o se entregaba y confesaba, o debía ocultar el asesinato. Después de tantos esfuerzos no podía rendirse. Empezó a maquinar como deshacerse del cadáver y no veía la manera. Decidió envolverlo en manteles y llevar el cuerpo hasta algún lugar apartado donde lo enterraría. Agarró de un tirón el mantel de la mesa en la que había servido la cena y, en ese instante, la hoja que había impreso con el detalle del menú cayó a sus pies. Lo único que leyó fue “steak tártaro de buey aromatizado con flores”. Cogió el cadáver por los pies y lo llevó a la cocina.

El martes a las once, como cada día de trabajo, se dirigió al restaurante, abrió las puertas y entró en la cocina, como siempre el primero. Llevaba unas hojitas impresas en las que podía leerse: Recomendación del día: Steak tártaro al estilo Michelin. Fue el plato de más éxito ese día y también los días siguientes. Pronto empezó a correrse la voz de que el steak tártaro del Mesón de Aguinaga era un plato excelso por el que merecía la pena pagar lo que fuera. La policía le importunó unas cuantas veces con preguntas sobre M. Felurignac que había desaparecido como humo que lleva el viento pero Luis siempre afirmaba que M. Fleurignac había salido de su local a las diez y media de la noche y que ya no sabía nada más. Afortunadamente para él, a la guía Michelin no sólo le había desaparecido M. Fleurignac sino doscientos mil euros a los que monsieur tenía acceso por lo que el caso terminó aparcándose, con el convencimiento por todas partes de que M. Fleurignac había huido con el dinero. Sin embargo, eso no era lo que preocupaba a Luis, a él lo que le preocupaba era como continuar haciendo su steak tártaro cuando se acabase la materia prima.

¿Guía del Gourmet?
Soy Luis Aguinaga, del Mesón de Aguinaga
Me gustaría invitar a alguno de sus redactores a mi restaurante
¿Le iría bien el próximo lunes a las nueve?

jueves, enero 15, 2009

Clásicos Populares (407)



Radio Futura - El canto del gallo

miércoles, enero 14, 2009

martes, enero 13, 2009

lunes, enero 12, 2009

Original y cover (91)



Sam & Dave - Hold on I'm coming



Eric Burdon - Hold on I'm coming

domingo, enero 11, 2009

Visiones de una noche de enero






Libros curiosos, raros o inexistentes (4): El catálogo Fortsas

Aunque no pueda considerarse un libro propiamente, el catálogo Fortsas merece un espacio propio cuando se habla de libros inexistentes. La historia del catálogo es realmente interesante: A mediados de 1840, los principales bibliotecarios y coleccionistas de libros de Europa recibieron noticia de una sorprendente subasta de libros que tendría lugar 10 de agosto de ese año en el despacho del notario Mourlon de Binche (Bélgica), calle de la Iglesia nº9. Según detallaba un catálogo que se hizo circular, el objeto de la subasta era la biblioteca del recientemente fallecido conde de Fortsas, Juan Nepomuceno Augusto Pichauld. La singularidad de la biblioteca del conde estribaba en que todos y cada uno de sus libros eran ejemplares únicos de los que no se conocía ninguna otra copia. Los cincuenta y dos títulos del catálogo contenían obras diversas, muchas de ellas escritas pero desaparecidas posteriormente o de las que sólo existían fragmentos incompletos.

Desde toda Europa empezaron a recibirse ofertas por los libros del catálogo y a primeras horas del día 10 de agosto los principales bibliófilos de Europa o sus representantes buscaban el despacho del notario Mourlon de Binche sin encontrarlo. La confusión en la pequeña ciudad era enorme hasta que alguien apareció con una nota que indicaba que la subasta se había suspendido debido a que la Biblioteca Pública de Binche había decidido comprar todos los ejemplares para evitar que salieran de Bélgica. Todo estuvo finalmente claro: Binche no tenía una biblioteca. Pública ni, por suspuesto, tampoco tenía una calle de la Iglesia, ni un notario Mourlon ni había ninguna subasta de libros. Todo había sido una broma de Renier Hubert Ghislain Chalon, un bibliófilo ya jubilado que quiso reirse de sus compañeros de afición.

Clásicos Populares (406)



Violent Femmes - I held her in my arms

viernes, enero 09, 2009

Cae la noche en Babel


Cae la noche en Babel.
Vidas que nacen y mueren,
sueños en la noche de esta ciudad dual
hermosa y horrible,
generosa e ingrata.
Días que pasan,
siempre iguales y siempre distintos.
Nacer y morir en Babel,
la ciudad cuyas torres están hechas de sueños, esperanzas y decepciones.
Se apaga el día en Babel.
Pasos apresurados buscan refugio
al amparo de falsos soles eléctricos.
Pssst.
¡Silencio!
Cae la noche en Babel: es tiempo de soñar.

miércoles, enero 07, 2009

Poema de primavera

En el hielo del invierno se gesta la primavera.
Travesía.
¿Quién puede ver en la oscuridad?
Se acerca la primavera,
la presiento en el hielo.

Clásicos Populares (405)



John Lennon - Instant Karma

martes, enero 06, 2009

Instrucciones para ser un escritor de éxito

Ustedes se preguntarán, queridos lectores, qué méritos tengo yo para pensar siquiera que puedo dar lección alguna acerca de cómo llegar a ser un escritor de éxito. Pues bien, no tengo más mérito que el de haber analizado de forma sistemática y meticulosa las claves del éxito de numerosos escritores. ¿Qué no es eso suficiente? ¿Qué sería deseable que fuera yo un escritor de éxito? Nada más lejos de lo cierto. Repasen ustedes la cantidad de libros de autoayuda escritos por desconocidos ilustres cuyo mayor virtud (que no es poca) ha sido el de ser capaces de vender tales libros como rosquillas calientes. No soy yo menos pelagatos que cualquiera de estos autores ni tengo menos mérito para hacerme rico; así pues, haciendo gala de mi acrisolada honradez les digo que quizás estos consejos a ustedes pueden servirles (o quizás no) pero si usted ha comprado este libro, esté seguro que a mí me ha hecho un favor. Ahí van.

a) Método tradicional: Aprenda a escribir bien y tenga ideas.

- Ventajas: Es muy fácil decirlo.
- Inconvenientes: Es extraordinariamente difícil de hacer.

Comentario: Lo clásico suele poseer la solidez que da el poso del tiempo. Sin embargo, en este caso la aplicación del método clásico puede conducir a diferentes resultados. Lo más común es que uno acabe escribiendo una gran obra que no sea leída por nadie o bien, que sólo sea leída por los treinta lectores de las treinta editoriales que la van a rechazar antes de que usted desista y decida dedicarse a la lucrativa actividad del sexaje de pollos como modo de ganarse el sustento. En una pequeña proporción de casos, y tras haber publicado sus obras en una editorial ignota cuya tirada habitual es de diez ejemplares, es posible que al llegar a una edad avanzada – vaya, más o menos cuando uno ya no se aguanta las babas – algún escritor joven de éxito cite su nombre como una de sus referencias literarias. Si eso sucede, prepárese para algún homenaje en el que el público (que no había oído hablar nunca de usted) se levante y aplauda a su entrada en la sala (si es en silla de ruedas, el efecto es soberbio). En un porcentaje aún menor de casos puede ser que triunfe de buenas a primeras. Si así fuera, acuérdese de citarme a mí, que no tengo vergüenza y acudiré a mi homenaje aunque tenga que ir con pañales debido a mi avanzada prostatitis.

b) Método alternativo 1: Este método consta de tres partes. La primera consiste en elegir un título adecuado; algo del estilo de: “El hombre que perdió su sombrero una noche de tormenta”. La segunda se fundamenta en crear una historia que no tenga nada que ver con lo que el título de a entender y, finalmente, la tercera se basa en crear una serie de personajes con los que el público pueda identificarse. Si puede incluir un niño que sufra alguna enfermedad o se vea sometido a desgracias variadas, el éxito está asegurado.

- Ventajas: Método muy seguro.
- Inconvenientes: Hombre, el premio Nobel no lo ganará (aunque nunca se sabe)

Comentario: Este método es de éxito casi seguro y, además, si hay algo de componente lacrimógeno, la historia puede venderse muy bien para el cine. Supongamos que es la historia de un niño que cuenta sus penalidades durante una guerra (a poder ser la segunda guerra mundial, que es de las pocas en las que los malos y los buenos están claros para todo el mundo). Se pone a un actor conocido haciendo del niño ya viejo y a un niño pecoso haciendo de niño-niño; para la madre se pone a Angelica Houston o a Meryl Streep (ambas dan para madre-coraje o madre-llorona) y… ¡listo! Por lo menos dos Oscars.

c) Método alternativo 2: En este método lo que prima es la historia y el título es lo de menos mientras sea breve y enigmático (El misterio de Berlín, por ejemplo). Como decíamos, en este caso la historia (plot, si uno quiere ser cool) es lo importante. Podemos escoger entre dos tipos de historias. La primera consiste en una historia de intriga absolutamente descabellada. Por ejemplo: un escritor recibe la noticia de que su abuelo ha muerto. Al abrir las últimas voluntades del abuelo, se entera que el viejo había sido un oficial de las SS que había trabajado en un proyecto secreto de los nazis destinado a crear una bomba de antimateria. La bomba está enterrada en algún lugar y explotará en tres semanas por culpa del cambio climático. Si explota se generará un choque de materia-antimateria que destruirá el Universo. El abuelo no ha dejado dicho donde está la bomba pero le ha dejado una serie de pistas para que llegue y pueda desactivarla.

El segundo tipo de argumentos gira en torno a algún tema más o menos histórico. Son novelas del estilo siguiente: un discípulo de San Pedro se hace con las sandalias que llevaba Jesús en la Última Cena. En la suela de las sandalias están escritas (aunque de forma cabalística) las respuestas a todos los enigmas del Mundo. Las sandalias se pierden durante la persecución de los cristianos en el reinado del emperador Diocleciano y nuca más se sabe de ellas, por lo que la historia cae ene el olvido. Casi dos mil años después, alguien (un periodista estadounidense, si queremos que la historia sea creíble) descubre el misterio de las sandalias cuando escribe un artículo sobre los Evangelios apócrifos (en concreto sobre el Evangelio de San Cucufate). Siguiendo las pistas que se hallan en dicho texto (escrito en el siglo V), da la vuelta al mundo perseguido por un poderoso grupo que quiere evitar a toda costa que encuentre las sandalias ya que, entonces, ellos dejarían de dominar el mundo desde las sombras.

- Ventajas: Te puedes hacer millonario con algo como esto.
- Inconvenientes: Te da la risa mientras lo escribes y te puedes atragantar, lo que siempre es peligroso.

Comentario: ¿Hace falta comentar algo más?

Queridos lectores: si han llegado hasta aquí, ¿por qué no compran mi libro y así adquieren todos los otros secretos del arte de la literatura que aún no les he contado? Recuerde: compre "Instrucciones para ser un escritor de éxito" (por tan solo 3.333 €; una ganga)

lunes, enero 05, 2009

Clásicos Populares (404)



The Grass Roots - Midnight confessions

domingo, enero 04, 2009

Nocturno

Me llega la secreta
zozobra que en el aire
deja ligeramente una hoja caída.

La lucidez inerte
del parque abandonado:
y el agua que delira
en la fuente sonámbula.

Y sin embargo existes,
comunión, y nos mueves
en íntimas palabras
que entretejen el mundo.

Gabriel Zaid - Nocturno abandonado

A la espera

sábado, enero 03, 2009

Clásicos Populares (403)



Los Bravos - Black is black

Diarios del Génesis (1)

En episodios anteriores: Mörr es ingeniero de control estelar en Silmar-3. Como consecuencia de un descuido, Mörr altera la órbita de Kira, la segunda luna de Silmar-3, que sale despedida del sistema solar de Forg y se desintegra tras chocar con diferentes cometas. La Comisión de Disciplina del Control Estelar impone a Mörr el castigo de destierro por un periodo no inferior a quince eones estándar. Las Fuerzas de Seguridad Estelar le abandonan en una nave de clase F en los confines del universo 1A. Como única ayuda dispone de un desfasado dispositivo de creación de alimentos tipo Génesis-2. Tras su abandono en el vacío exterior, la nave de Mörr es atraída por una extraña fuerza que resulta ser un agujero blanco del que es expulsado hacia un nuevo vacío.

Jornada de navegación 0
He decidido escribir un diario de mi destierro. Me ayudará a pasar el tiempo aunque en este vacío resulta difícil no darse cuenta de lo lento que transcurre todo. Incidentes destacables de hoy: Ninguno.

Jornada de navegación 1
Nada. Me aburro.

Jornada de navegación 2
Nada de nada.

Jornada de navegación 3
Nada de nada de nada. Me aburro mucho.

Jornada de navegación 4
He conectado el dispositivo Génesis-2 para generar algunos alimentos. No funciona. Parece ser que el episodio del agujero blanco debe haberlo estropeado. Intento repararlo sin éxito.

Jornada de navegación 5
Creo que ha sucedido algo importante. Cuando estaba intentando reparar el Génesis, se ha producido un cortocircuito y, sin lugar a dudas, el rayo de energía ha atravesado la cabina de la nave y la pantalla deflectora. Los sensores han detectado un plasma de quark-gluones que temo que he provocado yo. De momento poco puedo hacer; mañana veremos.

Continuará...

viernes, enero 02, 2009

Clásicos Populares (402)



Siouxsie & The Banshees - Israel

Spoiler ...

jueves, enero 01, 2009

Augurios

Por azares del destino, hace un tiempo conocí al profesor M., gran e ilustre vidente africano, al que asesoré desinteresadamente en un asunto laboral. Siempre he tenido mis dudas sobre los orígenes del profesor M. Quizás sea su fuerte acento caribeño o quizás su afición al sancocho, pero el caso es que presumo que su origen africano aun siendo cierto debe ser remoto. En cualquier caso, llevaba tiempo sin saber nada de él hasta que esta mañana sonó el teléfono.
- Dígame.
- ¡Feliz año! Soy M.
- ¡Profesor M, qué sorpresa!
- Mira chico, te llamo para darte un regalo.
- ¿Un regalo?
- He consultado tu futuro para este año.
- ¿Y?
- Este va a ser un buen año para ti, aunque puedes tener algún disgusto, pero nada grave. La mayoría de esos problemas que te preocupan se van a solucionar pero no descarto que puedan salir otros. De salud, bien; vaya, lo normal. Con lo que debes tener cuidado es con el dinero, veo un año difícil. ¡Sé prudente con los gastos! Y en el amor, pues… veo dificultades pero todo se solucionará si cada uno pone de su parte.
- ¿Eso es todo?
- Sí.
- Gracias Profesor M. Feliz año.
- Hasta otra.
- Hasta otra M.

Debo reconocer que mi admiración por M. va en aumento cada día.