Las piedras tienen un vicio: Dormir.
Son como los hombres, rozan, descalabran y matan.
La diferencia está en que ellas sueñan
mientras que los hombres roncan.
Nosotros tenemos estertores que infectan,
ellas no.
Ellas se saben piedras y se conforman,
nosotros no nos sabemos dormidos.
El sueño nos vuelve locos,
sacamos a las piedras de lugar
y las soltamos sobre el craneo de uno que se sueña piedra,
de uno que no ronca, de uno que fue muerto por otro.
Por eso cráneo sobre cráneo nos apilamos,
nos convertimos en piedras y nos volvemos buenos, creamos edificios.
Con esto azoteas,
lanzamos piedras y nos lanzamos nosotros.
Fernando Nachón - Onirismo y gravedad
miércoles, octubre 04, 2006
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