Hay madrugadas como lagartos,
que trepan por nuestra retina
y a veces oscurecen el entendimiento
con su tripa aterciopelada.
Las hay como mapaches,
que hurgan en nuestro interior
sin dejarnos dormir.
Hay madrugadas como buses
nocturnos, vacías, solitarias,
en los que suena un zumbido
más que inquietante, arrullador.
Y las hay como salidas de emergencia,
que aguardan en vela
hasta el amanecer
Jose A. Oliver - Madrugadas
domingo, noviembre 23, 2008
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