Como les encantaba jugar con la palabras, inventaron en esos días los juegos en el cementerio, abriendo por ejemplo el de Julio Casares en la página 558 y jugando con la hallulla, el hámago, el halieto, el haloque, el hamez, el harambel, el harbullista, el harca y la harija. En el fondo se quedaban un poco tristes pensando en las posibilidades malogradas del carácter argentino y el paso-implacable-del-tiempo. A propósito de farmacéutica Traveler insistía en que se trataba del gentilicio de una nación sumamente merovingia, y entre él y Oliveira le dedicaron a Talita un poema épico en el que las hordas de farmacéuticas invadían Cataluña sembrando el terror, la piperina y el eléboro. La nación farmacéutica de ingentes caballos. Meditación en la estepa farmacéutica. Oh emperatriz de los farmacéuticos, ten piedad de los afofados, los afrontilados, los aglabanados y los aforados que se afufan.
Julio Cortázar - Rayuela (fragmento del capítulo 40)
Julio Cortázar - Rayuela (fragmento del capítulo 40)
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