Según la tradición,los mexicas salieron de Aztlán (Mexcaltitlán, Nayarit)y tras un largo periplo llegaron al Valle de México. Inicialmente intentaron establecerse en Chapultepec pero fueron expulsados. En el año 1325 fundan la ciudad de Tenochtitlán sobre una zona pantanosa.
Según la Crónica mexicayotl de Hernando de Alvarado Tezozomoc (1598), la historia fue así:
"Por la noche vinieron a ver, vinieron a mostrarse unos a otros y era el sacerdote Cuauhtlaquezqui, que es el mismo Huitzilopochtli. Dijo él: —Cuauhcóhuatl, ¿habéis visto allí todo, lo que hay entre cañas y juncias? ¡Aún resta ver otra cosa! No la habéis visto todavía. Id y ved un nopal salvaje: y allí tranquila veréis un Águila que está enhiesta. Allí come, allí se peina las plumas, y con eso quedará contento vuestro corazón. ¡Allí está el corazón de Cópil que tu fuiste a arrojar allá donde el agua hace giros y más giros! Pero allí donde vino a caer, y habéis visto entre los peñascos, en aquella cueva entre cañas y juncias. ¡Del corazón de Cópil ha brotado ese nopal salvaje! ¡Y allí esperaremos y allí reinaremos! ¡Allí esperaremos y daremos el encuentro a toda clase de gentes! Nuestros pechos, nuestra cabeza, nuestras flechas, nuestros escudos. ¡Allí les haremos ver! ¡A todos los que nos rodean allí los conquistaremos! ¡Aquí estará perdurable nuestra ciudad de Tenochtitlan! ¡El sitio donde el Águila grazna, en donde abre las alas; el sitio donde ella come y en donde vuelan los peces, donde las serpientes van haciendo ruedos y silban! ¡Ese será México Tenochtitlan y muchas cosas han de suceder! Dijo entonces Cuauhcóhuatl: —¡Muy bien está, mi señor sacerdote! ¡Lo concedió tu corazón: vamos a hacer que lo oigan mis padres los ancianos todos juntos! Y luego hizo reunir a los ancianos todos Cuauhcóhuatl y les dio a conocer las palabras de Huitzilopochtli. Las oyeron los mexicanos. Y de nuevo van allá entre cañas y entre juncias, a la orilla de la cueva. Llegaron al sitio donde se levanta el nopal salvaje, allí al borde de la cueva y vieron tranquila, parada, al Águila en el nopal salvaje. Allí come, allí devora y echa a la cueva los restos de lo que come. Y cuando el Águila vio a los mexicanos, se inclinó profundamente. Y el Águila veía desde lejos. Su nido y su asiento era todo él de cuantas finas plumas hay: plumas de azulejos, plumas de aves rojas y plumas de quetzal. Y vieron también allí cabezas de aves preciosas y patas de aves y huesos de aves finas tendidos por tierra. Le habló el dios y así les dijo: —¡Ah, mexicanos: aquí sí será! ¡México es aquí! Y aunque no veían quién les hablaba, se pusieron a llorar y decían: —¡Felices nosotros, dichosos al fin! ¡Hemos visto ya dónde ha de ser nuestra ciudad! ¡Vamos y vengamos a reposar aquí!"
Según la Crónica mexicayotl de Hernando de Alvarado Tezozomoc (1598), la historia fue así:
"Por la noche vinieron a ver, vinieron a mostrarse unos a otros y era el sacerdote Cuauhtlaquezqui, que es el mismo Huitzilopochtli. Dijo él: —Cuauhcóhuatl, ¿habéis visto allí todo, lo que hay entre cañas y juncias? ¡Aún resta ver otra cosa! No la habéis visto todavía. Id y ved un nopal salvaje: y allí tranquila veréis un Águila que está enhiesta. Allí come, allí se peina las plumas, y con eso quedará contento vuestro corazón. ¡Allí está el corazón de Cópil que tu fuiste a arrojar allá donde el agua hace giros y más giros! Pero allí donde vino a caer, y habéis visto entre los peñascos, en aquella cueva entre cañas y juncias. ¡Del corazón de Cópil ha brotado ese nopal salvaje! ¡Y allí esperaremos y allí reinaremos! ¡Allí esperaremos y daremos el encuentro a toda clase de gentes! Nuestros pechos, nuestra cabeza, nuestras flechas, nuestros escudos. ¡Allí les haremos ver! ¡A todos los que nos rodean allí los conquistaremos! ¡Aquí estará perdurable nuestra ciudad de Tenochtitlan! ¡El sitio donde el Águila grazna, en donde abre las alas; el sitio donde ella come y en donde vuelan los peces, donde las serpientes van haciendo ruedos y silban! ¡Ese será México Tenochtitlan y muchas cosas han de suceder! Dijo entonces Cuauhcóhuatl: —¡Muy bien está, mi señor sacerdote! ¡Lo concedió tu corazón: vamos a hacer que lo oigan mis padres los ancianos todos juntos! Y luego hizo reunir a los ancianos todos Cuauhcóhuatl y les dio a conocer las palabras de Huitzilopochtli. Las oyeron los mexicanos. Y de nuevo van allá entre cañas y entre juncias, a la orilla de la cueva. Llegaron al sitio donde se levanta el nopal salvaje, allí al borde de la cueva y vieron tranquila, parada, al Águila en el nopal salvaje. Allí come, allí devora y echa a la cueva los restos de lo que come. Y cuando el Águila vio a los mexicanos, se inclinó profundamente. Y el Águila veía desde lejos. Su nido y su asiento era todo él de cuantas finas plumas hay: plumas de azulejos, plumas de aves rojas y plumas de quetzal. Y vieron también allí cabezas de aves preciosas y patas de aves y huesos de aves finas tendidos por tierra. Le habló el dios y así les dijo: —¡Ah, mexicanos: aquí sí será! ¡México es aquí! Y aunque no veían quién les hablaba, se pusieron a llorar y decían: —¡Felices nosotros, dichosos al fin! ¡Hemos visto ya dónde ha de ser nuestra ciudad! ¡Vamos y vengamos a reposar aquí!"
A la llegada de Cortés en 1519, se estima que la ciudad de Tenochtitlán tenía una población entre 100.000 y 250.000 personas, lo que la convertía en una de las ciudades más grandes de la época.
Según la descripción de Bernal Díaz del Castillo (Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España), testigo de primera mano y miembro de la expedición de Cortés:
"Y así dejamos la gran plaza sin más verla a los grandes patios y cercas donde está el gran cu; tenía antes de llegar a él un gran circuito de patios, que me parece que eran más que la plaza que hay en Salamanca, y con dos cercas alrededor, de calicanto, y el mismo patio y sitio todo empedrado de piedras grandes, de losas blancas muy lisas, y adonde no había aquellas piedras estaba encalado y todo muy limpio, que no hallaran una paja ni polvo en todo él..." "Y Cortés le dijo [a Moctezuma] con nuetras lenguas que iban con nosotros, que ni él ni nosotros no nos cansábamos en cosa ninguna.
Y luego le tomó por la mano y le dijo que mirase su gran ciudad y todas las más ciudades que había dentro en el agua, y otros muchos pueblos alrededor de la misma laguna, en tierra; y que si no había visto muy bien su gran plaza, que desde allí la podría ver muy mejor, y así lo estuvimos mirando.... Y desde allí vimos las tres calzadas que entran en Méxicom que es la de Iztapalapa, que fue por la que entramos cuatro días había, y la de Tacuba, que fue por donde después salimos huyendo la noche de nuestro gran desbarate, cuando Cuedlabaca, nuevo señor, nos echó de la ciudad, como adelante diré, y la de Tepeaquilla. Y veíamos el agua dulce que venía de Chapultepec, de que se proveía la ciudad, y en aquellas tres calzadas, las puentes que tenía hechas de trecho a trecho, por donde entraba y salía el agua de la laguna de una parte a otra..." "Y entre nosotros hubo soldados que habían estado en muchas partes del mundo, y en Constantinopla, y en toda Italia y Roma, y dijeron que plaza tan bien compasada y con tanto concierto y tamaña y llena de tanta gente no la habían visto."
"Y así dejamos la gran plaza sin más verla a los grandes patios y cercas donde está el gran cu; tenía antes de llegar a él un gran circuito de patios, que me parece que eran más que la plaza que hay en Salamanca, y con dos cercas alrededor, de calicanto, y el mismo patio y sitio todo empedrado de piedras grandes, de losas blancas muy lisas, y adonde no había aquellas piedras estaba encalado y todo muy limpio, que no hallaran una paja ni polvo en todo él..." "Y Cortés le dijo [a Moctezuma] con nuetras lenguas que iban con nosotros, que ni él ni nosotros no nos cansábamos en cosa ninguna.
Y luego le tomó por la mano y le dijo que mirase su gran ciudad y todas las más ciudades que había dentro en el agua, y otros muchos pueblos alrededor de la misma laguna, en tierra; y que si no había visto muy bien su gran plaza, que desde allí la podría ver muy mejor, y así lo estuvimos mirando.... Y desde allí vimos las tres calzadas que entran en Méxicom que es la de Iztapalapa, que fue por la que entramos cuatro días había, y la de Tacuba, que fue por donde después salimos huyendo la noche de nuestro gran desbarate, cuando Cuedlabaca, nuevo señor, nos echó de la ciudad, como adelante diré, y la de Tepeaquilla. Y veíamos el agua dulce que venía de Chapultepec, de que se proveía la ciudad, y en aquellas tres calzadas, las puentes que tenía hechas de trecho a trecho, por donde entraba y salía el agua de la laguna de una parte a otra..." "Y entre nosotros hubo soldados que habían estado en muchas partes del mundo, y en Constantinopla, y en toda Italia y Roma, y dijeron que plaza tan bien compasada y con tanto concierto y tamaña y llena de tanta gente no la habían visto."
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