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Dean Martin - Memories are made of this
Al poco tiempo de este incidente se produce una circunstancia que afianzará el poder de Fouché. Los ingleses se preparan para una ofensiva sobre Francia que se lanzará desde los Países Bajos. Fouché llama al general Bernardotte y la ofensiva es rechazada casi antes de iniciarse. Napoleón le debe el trono a Fouché y aunque le detesta (como detesta a Bernardotte), le recompensa con el ducado de Otranto. Fouché calcula mal su siguiente paso. Sabe que el emperador desea la paz con Inglaterra ya que no ve el modo de deshacerse de ella. Fouché entra en contacto con el gobierno inglés e inicia conversaciones de paz en paralelo a los contactos diplomáticos de Napoleón. Eso es demasiado para Bonaparte y cesa a Fouché el 3 de junio de 1810. Pero aunque el emperador desea tenerle lejos, necesita sus servicios. Napoleón nombra a Fouché gobernador de Roma. Antes de partir, por si acaso, Fouché se lleva consigo aquellos documentos que pueden comprometer a otros o a sí mismo. Nuevamente parece acabado.
Continuará…
Los contactos de Fouché le conducen a ser nombrado por Barras -el hombre fuerte del Directorio- como Ministro Plenipotenciario de la República Cisalpina (un ente en el norte de Italia creado tras la victoria de Napoleón) el primero de octubre de 1798. Está tan sólo dos meses en el cargo y a finales de 1798 es depuesto y tiene que esconderse. Volverá a aparecer en julio de 1799 cuando es nombrado embajador en la República de Batavia. En esos momentos, el pueblo ya percibe al Directorio más como una cueva de podredumbre y corrupción que como un gobierno justo. La inflación empieza a ser preocupante y los directores temen por el orden público. Sorprendentemente, Fouché es nombrado Ministro de la Policía el 20 de julio (2 thermidor) de 1799. Desde su puesto Fouché emprende la represión de los jacobinos que se oponen al Directorio pero tiene buen cuidado de no apretar demasiado las tuercas a determinados hombres fuertes. Fouché comprende que el Directorio está entrando en una fase de crisis y su fin está cercano. No pierde el tiempo. Crea una red de espías e intrigantes que actuarán como peones suyos y, cuando la ocasión lo merece, también del Estado.Los acontecimientos se enredan rápidamente. Barras está negociando en secreto la restauración monárquica y Bonaparte, aún en Egipto, está considerando dar un golpe de mano y hacerse con el poder. Nadando entre dos aguas, Fouché no bloquea los movimientos de Bonaparte ni los de Barras; simplemente calla lo que sabe.
El 9 de octubre de 1799 Bonaparte desembarca en Francia ante la sorpresa del Directorio que le cree todavía en Egipto. Bonaparte se dirige hacia París aclamado por multitudes, Fouché observa y espera. El Directorio no lo sabe aún pero ya es historia. El 17 de brumario (8 de noviembre) Bonaparte (comandante en jefe del ejército) cita para el 18 a primera hora en su domicilio de París al comandante y a los ayudantes de los destacamentos militares de París. El 18, Bonaparte recibe a los militares y les convence de la necesidad de actuar contra el Directorio. Los hechos se desencadenan y a última hora de la tarde, Napoleón Bonaparte es ya Primer Cónsul. El Directorio ya sólo es pasado. Fouché es mantenido en el cargo y una de sus primeras medidas es ordenar el exilio de Barras. Se afana en sacar del juego a realistas, jacobinos y a cualquiera que pueda molestar a Bonaparte. Sin embargo, Fouché no puede evitar que el 24 de diciembre de 1800 se produzca un atentado con bomba contra Bonaparte que a punto está de lograr su objetivo. Bonaparte encolerizado le acusa de incapacidad y de ser amigo de los jacobinos a los que Bonaparte cree detrás del atentado. Fouché contradice a Bonaparte y señala a los realistas. Pocos días más tarde pone al descubierto toda la trama del atentado que, efectivamente, surge de las filas realistas. Bonaparte desconfía de él y le teme.
Los enemigos de Fouché intrigan cerca de Bonaparte. Poco a poco la suerte de Fouché en el gobierno se decide. Tayllerand convence a Bonaparte de deshacerse de Fouché pero temerosos de su poder deciden hacerlo indirectamente: eliminan el Ministerio de Policía con el argumento de que el orden público ya está normalizado. Para evitar problemas nombran a Fouché senador vitalicio y le otorgan tierras y 1.200.000 francos como premio a sus servicios al Estado. Ahora sí parece que su carrera política está acabada pero nada más lejos de la realidad.
Continuará ... Sin ningún género de dudas Joseph Fouché (1759-1820) es el máximo exponente de cómo sobrevivir en las cloacas del estado durante tiempos turbulentos. Nace en Le Pellerin, pueblo cercano a Nantes, y ya desde muy pequeño da signos de una inteligencia privilegiada que llama la atención de sus tutores en el seminario de los oratorianos de Nantes en el que ostentará la cátedra de matemáticas y la prefectura de estudios. Los primeros movimientos revolucionarios encuentran en Fouché a un devoto seguidor. Abandona el seminario y conoce a Robespierre, estando a punto de casarse con la herma de éste, Carlota. Funda el Círculo de Amigos de la Constitución y en 1792 resulta elegido como diputado por Nantes en La Convención formando parte del Comité de Instrucción Pública. En esta época está cercano a los girondinos y es partidario de mantener las formas legales pero cuando se inicia el debate sobre la responsabilidad política de Luís XVI se une a los montañeses probablemente influido por la visión de las algaradas populares pidiendo la muerte del monarca. En la jornada histórica del 16 de enero de 1793 vota a favor de la ejecución del rey.
A partir del guillotinamiento de Luís XVI, Fouché se presenta como el más radical de los radicales lo que, teóricamente, le acerca al hombre fuerte del momento: Maximilien Robespierre. En octubre de 1793 es enviado por la Convención a Lyon con el objeto de detener y reprimir la insurrección que se había producido. De hecho, el documento aprobado por la Convención pide la aniquilación completa de todos los que se hubieran opuesto a la revolución y la destrucción de la ciudad. Su actuación es extremadamente dura, tanto, que para ahorrar tiempo ejecuta a cañonazos a grupos de decenas de personas, lo que le vale el apodo del ametrallador de Lyon. A finales de marzo de 1794 es llamado a París por Robespierre con quien no se lleva bien tras su amistad temporal con los girondinos.
A su llegada a parís, Fouché se da cuenta que Robespierre ha guillotinado a casi todos los girondinos y a un gran número de los jacobinos, incluido Danton. Fouché se asusta, o aparenta miedo, y le pide una entrevista a Robespierre tras la que, aparentemente, desaparece de la escena. Sólo reaparecerá el 16 de prairal (4 de junio) para ser elegido presidente del club de los jacobinos. La tensión crece. Robespierre consigue la expulsión de Fouché del club de los jacobinos y le somete a vigilancia policial, lo que indica su próxima detención y ejecución. Su única posibilidad para salvar la vida consiste en eliminar a Robespierre. Fouché inicia una acatividad frenética en la que intriga y convence a un gran número de diputados de que Robespierre les ha incluido en su próxima lista de condenados a la guillotina. El terror se extiende entre los terroristas. Fouché toma la decisión de dar un golpe de estado. El 8 de thermidor (26 de julio) de 1794 Robespierre se dirige a la Convención y denuncia los excesos del terror, en particular en algunos lugares. Los diputados involucrados en el Terror comprenden que o acaban con Robespierre o Robespierre acabará con ellos. El día siguiente (9 thermidor/27 de julio) arrestan a Robespierre y le ejecutan en la plaza de la Concordia al mediodía del 10 de thermidor (28 de julio). Fouché se ha salvado de momento pero aun tendrá que dejar varios cadáveres a su paso.
Tras la caída de Robespierre, la Convención quiere eliminar a los jacobinos y a todo lo que se relacione con el terror. Fouché se queda al margen temporalmente pero finalmente es acusado de terrorista. Consigue quedar libre (1795) tras acusar, y conseguir que los ejecuten, a todos sus colaboradores. Sin embargo parece estar acabado para la política aunque sigue en contacto con Barras, uno de los miembros del Directorio que ha tomado el poder tras la revuelta de Thermidor de 1794. Durante los siguientes tres años pasará de la pobreza a la riqueza y a ser ministro de Francia. En 1797 Fouché consigue un contrato para suministrar material al ejército francés en Italia. El negocio resulta redondo, se suministra material de ínfima calidad a precios exorbitantes y con el apoyo de Barras. Fouché se enriquece a un ritmo vertiginoso y el dinero, ya se sabe, abre muchas puertas.
Continuará…
Oscurecía. Palpó el pellejo con el que había recorrido el desierto. Sonrió y un dolor agudo le cruzó los pómulos, cualquier gesto inútil se convertía en una forma de derrochar su vida. Alzó la vista. El cielo volvía a llenarse de estrellas desconocidas. Empezó a cavar. Tiró el amasijo en el agujero y aplanó la tierra con cuidado, formando una capa muelle con sus manos llagadas. Apoyó la nuca. Un poco antes de entrar al sueño escuchó un gemido, pero ya no quiso abrir los ojos. Había regresado. Podía dormir. Aquí. Ahora.
Me levanto,
voy al baño,
me ducho,
me afeito,
me visto,
salgo a la calle,
siento en mi rostro
la brisa del amanecer
y pienso:
eres hermosa y suave
como esta mañana de primavera