lunes, abril 28, 2008

Fouché: Una rata en las cloacas del Estado (II)

Los contactos de Fouché le conducen a ser nombrado por Barras -el hombre fuerte del Directorio- como Ministro Plenipotenciario de la República Cisalpina (un ente en el norte de Italia creado tras la victoria de Napoleón) el primero de octubre de 1798. Está tan sólo dos meses en el cargo y a finales de 1798 es depuesto y tiene que esconderse. Volverá a aparecer en julio de 1799 cuando es nombrado embajador en la República de Batavia. En esos momentos, el pueblo ya percibe al Directorio más como una cueva de podredumbre y corrupción que como un gobierno justo. La inflación empieza a ser preocupante y los directores temen por el orden público. Sorprendentemente, Fouché es nombrado Ministro de la Policía el 20 de julio (2 thermidor) de 1799. Desde su puesto Fouché emprende la represión de los jacobinos que se oponen al Directorio pero tiene buen cuidado de no apretar demasiado las tuercas a determinados hombres fuertes. Fouché comprende que el Directorio está entrando en una fase de crisis y su fin está cercano. No pierde el tiempo. Crea una red de espías e intrigantes que actuarán como peones suyos y, cuando la ocasión lo merece, también del Estado.Los acontecimientos se enredan rápidamente. Barras está negociando en secreto la restauración monárquica y Bonaparte, aún en Egipto, está considerando dar un golpe de mano y hacerse con el poder. Nadando entre dos aguas, Fouché no bloquea los movimientos de Bonaparte ni los de Barras; simplemente calla lo que sabe.

El 9 de octubre de 1799 Bonaparte desembarca en Francia ante la sorpresa del Directorio que le cree todavía en Egipto. Bonaparte se dirige hacia París aclamado por multitudes, Fouché observa y espera. El Directorio no lo sabe aún pero ya es historia. El 17 de brumario (8 de noviembre) Bonaparte (comandante en jefe del ejército) cita para el 18 a primera hora en su domicilio de París al comandante y a los ayudantes de los destacamentos militares de París. El 18, Bonaparte recibe a los militares y les convence de la necesidad de actuar contra el Directorio. Los hechos se desencadenan y a última hora de la tarde, Napoleón Bonaparte es ya Primer Cónsul. El Directorio ya sólo es pasado. Fouché es mantenido en el cargo y una de sus primeras medidas es ordenar el exilio de Barras. Se afana en sacar del juego a realistas, jacobinos y a cualquiera que pueda molestar a Bonaparte. Sin embargo, Fouché no puede evitar que el 24 de diciembre de 1800 se produzca un atentado con bomba contra Bonaparte que a punto está de lograr su objetivo. Bonaparte encolerizado le acusa de incapacidad y de ser amigo de los jacobinos a los que Bonaparte cree detrás del atentado. Fouché contradice a Bonaparte y señala a los realistas. Pocos días más tarde pone al descubierto toda la trama del atentado que, efectivamente, surge de las filas realistas. Bonaparte desconfía de él y le teme.

Los enemigos de Fouché intrigan cerca de Bonaparte. Poco a poco la suerte de Fouché en el gobierno se decide. Tayllerand convence a Bonaparte de deshacerse de Fouché pero temerosos de su poder deciden hacerlo indirectamente: eliminan el Ministerio de Policía con el argumento de que el orden público ya está normalizado. Para evitar problemas nombran a Fouché senador vitalicio y le otorgan tierras y 1.200.000 francos como premio a sus servicios al Estado. Ahora sí parece que su carrera política está acabada pero nada más lejos de la realidad.

Continuará ...

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