domingo, abril 27, 2008

Fouché: Una rata en las cloacas del Estado (I)


Sin ningún género de dudas Joseph Fouché (1759-1820) es el máximo exponente de cómo sobrevivir en las cloacas del estado durante tiempos turbulentos. Nace en Le Pellerin, pueblo cercano a Nantes, y ya desde muy pequeño da signos de una inteligencia privilegiada que llama la atención de sus tutores en el seminario de los oratorianos de Nantes en el que ostentará la cátedra de matemáticas y la prefectura de estudios. Los primeros movimientos revolucionarios encuentran en Fouché a un devoto seguidor. Abandona el seminario y conoce a Robespierre, estando a punto de casarse con la herma de éste, Carlota. Funda el Círculo de Amigos de la Constitución y en 1792 resulta elegido como diputado por Nantes en La Convención formando parte del Comité de Instrucción Pública. En esta época está cercano a los girondinos y es partidario de mantener las formas legales pero cuando se inicia el debate sobre la responsabilidad política de Luís XVI se une a los montañeses probablemente influido por la visión de las algaradas populares pidiendo la muerte del monarca. En la jornada histórica del 16 de enero de 1793 vota a favor de la ejecución del rey.

A partir del guillotinamiento de Luís XVI, Fouché se presenta como el más radical de los radicales lo que, teóricamente, le acerca al hombre fuerte del momento: Maximilien Robespierre. En octubre de 1793 es enviado por la Convención a Lyon con el objeto de detener y reprimir la insurrección que se había producido. De hecho, el documento aprobado por la Convención pide la aniquilación completa de todos los que se hubieran opuesto a la revolución y la destrucción de la ciudad. Su actuación es extremadamente dura, tanto, que para ahorrar tiempo ejecuta a cañonazos a grupos de decenas de personas, lo que le vale el apodo del ametrallador de Lyon. A finales de marzo de 1794 es llamado a París por Robespierre con quien no se lleva bien tras su amistad temporal con los girondinos.

A su llegada a parís, Fouché se da cuenta que Robespierre ha guillotinado a casi todos los girondinos y a un gran número de los jacobinos, incluido Danton. Fouché se asusta, o aparenta miedo, y le pide una entrevista a Robespierre tras la que, aparentemente, desaparece de la escena. Sólo reaparecerá el 16 de prairal (4 de junio) para ser elegido presidente del club de los jacobinos. La tensión crece. Robespierre consigue la expulsión de Fouché del club de los jacobinos y le somete a vigilancia policial, lo que indica su próxima detención y ejecución. Su única posibilidad para salvar la vida consiste en eliminar a Robespierre. Fouché inicia una acatividad frenética en la que intriga y convence a un gran número de diputados de que Robespierre les ha incluido en su próxima lista de condenados a la guillotina. El terror se extiende entre los terroristas. Fouché toma la decisión de dar un golpe de estado. El 8 de thermidor (26 de julio) de 1794 Robespierre se dirige a la Convención y denuncia los excesos del terror, en particular en algunos lugares. Los diputados involucrados en el Terror comprenden que o acaban con Robespierre o Robespierre acabará con ellos. El día siguiente (9 thermidor/27 de julio) arrestan a Robespierre y le ejecutan en la plaza de la Concordia al mediodía del 10 de thermidor (28 de julio). Fouché se ha salvado de momento pero aun tendrá que dejar varios cadáveres a su paso.

Tras la caída de Robespierre, la Convención quiere eliminar a los jacobinos y a todo lo que se relacione con el terror. Fouché se queda al margen temporalmente pero finalmente es acusado de terrorista. Consigue quedar libre (1795) tras acusar, y conseguir que los ejecuten, a todos sus colaboradores. Sin embargo parece estar acabado para la política aunque sigue en contacto con Barras, uno de los miembros del Directorio que ha tomado el poder tras la revuelta de Thermidor de 1794. Durante los siguientes tres años pasará de la pobreza a la riqueza y a ser ministro de Francia. En 1797 Fouché consigue un contrato para suministrar material al ejército francés en Italia. El negocio resulta redondo, se suministra material de ínfima calidad a precios exorbitantes y con el apoyo de Barras. Fouché se enriquece a un ritmo vertiginoso y el dinero, ya se sabe, abre muchas puertas.

Continuará…

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