martes, abril 29, 2008

Fouché: Una rata en las cloacas del Estado (III)

1802 ha terminado con Fouché retirado de la política en su villa de Ferrières. Sin embargo, Fouché sigue prestando ocasionales servicios a Napoleón y éste no se entromete demasiado en los negocios de Fouché quien, en estos momentos, es una de las principales fortunas de Francia. Napoleón se siente cada vez más poderoso; sus victorias militares empiezan a crear en él una noción de invencibilidad cada vez mayor. En marzo de 1804 detiene en Baden al Duque Enghien del que supone que está tramando un complot para restaurar la monarquía. Aunque en realidad el duque se ha retirado con su amante, Napoleón decide ejecutarlo de todos modos con el objetivo de eliminar a un posible rival. Fouché comenta este hecho con una frase que ha pasado a la historia: Fue peor que un crimen: fue una equivocación. Este será el punto de partida de una alianza entre Inglaterra, Austria y Rusia. El 18 de mayo de 1804 Napoleón es nombrado emperador por el Senado y dos meses más tarde nombra a Fouché Ministro de la Policía, cargo en el que le mantendrá hasta junio de 1810.
En los años siguientes Napoleón agrandará su Imperio. Derrota a los austriacos y rusos en Austerlitz (1805), a los prusianos en Jena (1806) y a los rusos de nuevo en Friedland (1807). Europa está a los pies del emperador. Y Francia a los pies de Fouché. Durante estos años de actividad incesante de Bonaparte, Fouché ha tejido una trama de espias, ha comprado voluntades y ha hecho favores que espera cobrar algún día. El mismo Napoleón le teme y le hace seguir por espías a los que el propio Fouché compra o intoxica con informaciones falsas. En 1808 Napoleón decide invadir España. Inicialmente las cosas no van demasiado bien y debe permanecer en la península. Mientras tanto, Tayllerand y Fouché, hasta entonces enemigos acérrimos parecen acercarse y se entrevistan en secreto. La noticia llega a Napoleón que atemorizado vuelve a París. No duda en destituir a Tayllerand pero, aunque desconfía de él, mantiene a Fouché en su puesto. Con el emperador de vuelta en España, Fouché es el virrey de Francia.


Al poco tiempo de este incidente se produce una circunstancia que afianzará el poder de Fouché. Los ingleses se preparan para una ofensiva sobre Francia que se lanzará desde los Países Bajos. Fouché llama al general Bernardotte y la ofensiva es rechazada casi antes de iniciarse. Napoleón le debe el trono a Fouché y aunque le detesta (como detesta a Bernardotte), le recompensa con el ducado de Otranto. Fouché calcula mal su siguiente paso. Sabe que el emperador desea la paz con Inglaterra ya que no ve el modo de deshacerse de ella. Fouché entra en contacto con el gobierno inglés e inicia conversaciones de paz en paralelo a los contactos diplomáticos de Napoleón. Eso es demasiado para Bonaparte y cesa a Fouché el 3 de junio de 1810. Pero aunque el emperador desea tenerle lejos, necesita sus servicios. Napoleón nombra a Fouché gobernador de Roma. Antes de partir, por si acaso, Fouché se lleva consigo aquellos documentos que pueden comprometer a otros o a sí mismo. Nuevamente parece acabado.
Continuará…

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