miércoles, abril 30, 2008

Fouché: Una rata en las cloacas del Estado (IV y último)

A mediados de 1812 Napoleón está metido de lleno en la guerra en España y a pesar de que su hermano José es rey de España desde hace cuatro años, el ejército francés está muy lejos de controlar el país. Por una parte las continuas refriegas con las tropas de Wellington y, por otra, los movimientos guerrilleros, retienen a una gran contingente militar en la Península Ibérica. En el otro extremo de Europa, la Grande Armée napoleónica, el mayor ejército que se ha visto en Europa, está a punto de iniciar la campaña de Rusia. El 22 de junio de 1812 Napoleón inicia el avance sobre Rusia. El ejército ruso retrocede constantemente en una política de tierra quemada que sólo deja al vencedor un botín de cenizas y destrucción. El 7 de septiembre tiene lugar en Borodino, a las puertas de Moscú, la batalla que Napoleón cree que va a ser decisiva. Ciento treinta mil rusos esperan. Al día siguiente, los rusos se baten en retirada y Napoleón tiene vía libre hacia Moscú dónde entrará el 14 de septiembre. Demasiado tarde Napoleón se da cuenta de que su victoria va a ser la semilla de su derrota.

La retirada de los rusos ha dejado a la Grande Armée con una línea de suministros de más de 3.000 Km en un país enemigo, donde todo está destruido y a punto de empezar el otoño. A principios de octubre, el ejército ruso se ha reagrupado cerca de Moscú y cuenta con cerca de 900.000 soldados. Napoleón se da cuenta de que si es atacado no podrá resistir e inicia la retirada. Abandona Moscú el 23 de octubre recibiendo los ataques constantes de los rusos. A principios de noviembre comienza uno de los inviernos más fríos que se recuerdan en Rusia. Los caballos franceses mueren a cientos diariamente; sin caballos, no hay movilidad; y si ni movilidad, no hay retirada. Lo que tenía que ser un repliegue estratégico ordenado se convierte en una masacre. A principios de diciembre Napoleón recibe noticias de un intento de golpe de estado a cargo del general Malet y vuelve a París. Se rumorea que Fouché puede estar en connivencia con Malet. El 14 de diciembre la Grande Armée abandona Rusia. Sólo han sobrevivido dos de cada diez soldados de los que llegaron en verano. Mientras tanto, en España, José Bonaparte ha tenido que abandonar el país.

En este contexto, Napoleón envía a Fouché de gobernador a las provincias Ilirias (las actuales Eslovenia y Croacia). Pero las cosas pintan mal para el Imperio y los austriacos ocupan Iliria. Fouché es destinado a Roma y luego a Nápoles con el objetivo de vigilar a Murat. Éste se le adelanta y ocupa Roma. Napoleón le ordena a Fouché regresar a París. El ambiente en la capital es claramente favorable a la abdicación del emperador y Fouché establece contactos con Carlos conde de Artois (futuro Carlos X) con el objetivo de restaurar la monarquía borbónica en la persona de su hermano Luis XVIII y, simultáneamente, le sugiere a Napoleón que se exilie en los Estados unidos. Finalmente, Napoleón abdica el 11 de abril y es confinado en la isla de Elba. Al mismo tiempo que se inicia la restauración borbónica está ya tramando el derrocamiento del rey al que percibe como poco favorable a sus intereses.


Cuando Luis XVIII descarta cualquier posibilidad de sucesión para el hijo de Napoleón, éste abandona la isla de Elba y vuelve a Francia. Empiezan los 100 días. Fouché apoya al emperador que le nombra ministro de la policía pero está negociando con los austriacos la posibilidad del retorno de Luis XVIII. Tras la derrota de Napoleón y la restauración, Luis XVIII le nombra de nuevo ministro de la policía en julio de 1815. Sin embargo, la posición de Fouché como ministro de un rey cuyo hermano fue ejecutado por instigación de su ministro, resulta difícilmente sostenible. En 1816 es cesado y enviado de embajador a Sajonia para, poco después, ser obligado al exilio. Esta vez es el fin. Morirá en el día de Navidad de 1820 en Triestre.

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