Como siempre por estas fechas su ánimo estaba bajo mínimos. Cada vez soportaba menos el ambiente navideño y desde hacía días se le podía escuchar refunfuñar por lo bajo: ¡consumir, consumir, consumir! ¡Nos hemos vuelto locos! Y si sólo fuera eso. Lo peor son esas voces chillonas repitiendo una y otra vez la misma cancioncilla. La tengo calvada en la cabeza: jingle bells, jingle bells, ¡jingle mierda! Y de esa ridiculez de disfraz rojo que da vergüenza de sólo mirarlo, ¿qué me dices? Si no fuera por lo que es… Y como cada año, mientras acababa de vestirse, Papá Noel pensó que ya era hora de que alguien más joven tomase el relevo y, así, él podría descansar por fin en una hermosa playa caribeña.
jueves, diciembre 25, 2008
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