La piedra filosofal es uno de los mitos más persistentes de la Edad media y el Renacimiento. Según la tradición, la piedra filosofal era un compuesto o sustancia, normalmente descrito como un polvo, de ahí su nombre, capaz de transmutar cualquier elemento en oro (habitualmente se citaba la transformación del plomo en oro).
Aunque Zósimo de Tebas ya hizo referencia a la transmutación de los elementos en el siglo III, el mito de la piedra filosofal probablemente es de origen árabe y se debería a Abu Musa Ÿabir Ibn Hayyán al-Azdí (721-815), también conocido como Geber. Ÿabir describió diversos métodos químicos de obtención y purificación de compuestos entre ellos el agua regia (mezcla de ácido nítrico y clorhídrico), uno de los pocos compuestos capaces de disolver el oro. Yabir era seguidor de la teoría aristotélica de los cuatro elementos a los que correspondían propiedades exclusivas a cada uno. Yabir postuló que mezclando distintos metales (generalmente azufre y mercurio) en cantidades variables, se podría obtener un metal distinto. para conseguir esta transmutación se precisaría un elixir (al-iksir en árabe) que catalizaría esta reacción. Este elixir se convertiría en la piedra filososfal de los alquimistas.
La búsqueda de esta piedra filosofal se convirtió en el objetivo principal de muchos alquimistas y recibió el apoyo de mecenas y reyes y produjo tanto descubrimientos químicos de gran importancia como fraudes escandalosos. Por ejemplo, el rey Rodolfo II de Bohemia (1552-1612) ofreció una gran recompensa a quien fuese capaz de obtener la piedra lo que atrajo a Praga una corte de químicos y charlatanes de entre los que destacó el inglés Edward Kelley que ante el asombro del rey logró sintetizar oro mezclando dos sustancias (probablemente agua regia con oro disuelto y una amalgama de mercurio y plata).
La piedra filosofal nunca se consiguió, aunque en realidad existe. La fisión de un núcleo atómico puede producir dos elementos de menor peso atómico. Así por ejemplo, puede obtenerse oro por bombardeo con neutrones de átomos más pesados que el oro (por ejemplo plomo). También sería posible obtenerlo fusionando dos núcleos menos pesados que el oro.
Aunque Zósimo de Tebas ya hizo referencia a la transmutación de los elementos en el siglo III, el mito de la piedra filosofal probablemente es de origen árabe y se debería a Abu Musa Ÿabir Ibn Hayyán al-Azdí (721-815), también conocido como Geber. Ÿabir describió diversos métodos químicos de obtención y purificación de compuestos entre ellos el agua regia (mezcla de ácido nítrico y clorhídrico), uno de los pocos compuestos capaces de disolver el oro. Yabir era seguidor de la teoría aristotélica de los cuatro elementos a los que correspondían propiedades exclusivas a cada uno. Yabir postuló que mezclando distintos metales (generalmente azufre y mercurio) en cantidades variables, se podría obtener un metal distinto. para conseguir esta transmutación se precisaría un elixir (al-iksir en árabe) que catalizaría esta reacción. Este elixir se convertiría en la piedra filososfal de los alquimistas.
La búsqueda de esta piedra filosofal se convirtió en el objetivo principal de muchos alquimistas y recibió el apoyo de mecenas y reyes y produjo tanto descubrimientos químicos de gran importancia como fraudes escandalosos. Por ejemplo, el rey Rodolfo II de Bohemia (1552-1612) ofreció una gran recompensa a quien fuese capaz de obtener la piedra lo que atrajo a Praga una corte de químicos y charlatanes de entre los que destacó el inglés Edward Kelley que ante el asombro del rey logró sintetizar oro mezclando dos sustancias (probablemente agua regia con oro disuelto y una amalgama de mercurio y plata).
La piedra filosofal nunca se consiguió, aunque en realidad existe. La fisión de un núcleo atómico puede producir dos elementos de menor peso atómico. Así por ejemplo, puede obtenerse oro por bombardeo con neutrones de átomos más pesados que el oro (por ejemplo plomo). También sería posible obtenerlo fusionando dos núcleos menos pesados que el oro.
Pink Floyd - Money
No hay comentarios:
Publicar un comentario