sábado, julio 29, 2006

Imaginario (5)

Sin ningún género de dudas, algunos de los símbolos más potentes del imaginario medieval en Occidente son las reliquias cristianas. En sentido estricto, una reliquia corresponde a los restos de los santos tras su muerte aunque de una forma más amplia podríamos definirlas como cualquier objeto (incluyendo restos corporales) relacionado con un santo o con Jesucristo. De todas las reliquias hay una que fue especialmente importante: el Santo Grial.

El Santo Grial corresponde al cáliz utilizado por Jesús durante la Última Cena y en el que José de Arimatea recogió la sangre de Cristo. Las leyendas sobre las vicisitudes del Grial son variadas. Una de las más extendidas decía que José de Arimatea se trasladó a Albión (Inglaterra, viviendo en Glastonbury donde se fundó una orden para la custodia del Grial. La formulación escrita del mito del Grial aparece inicialmente en la novela Perceval, le Conte du Graal de Chrétien de Troyes, que relaciona la historia con el ciclo artúrico aunque en ella no se relaciona directamente el Grial con José de Arimatea. Posteriormente, Robert de Boron en su obra Joseph d’Arimathie (ca. 1200) establece definitivamente el carácter sagrado del cáliz y su relación con la historia de Jesús y José de Arimatea.

La tradición española es distinta y cuenta que el Grial permanece en Jerusalén hasta que San Pedro lo lleva a Antioquía. Posteriormente permanece en Roma hasta el año 257 ó 258 en el que es enviado a Huesca (España) para salvarlo de las persecuciones. La historia es confusa hasta el año 1399 en el que Martín I el Humano traslada la reliquia a Zaragoza, posteriormente llega a Barcelona y desde 1424 se halla en Valencia (la fotografía corresponde al Santo Grial que se venera en la Catedral de Valencia). Al Grial se atribuína poderes sobrenaturales tales como transformar cualquier objeto en oro, dar la inmortalidad o la sabiduría.

Durante la Edad Media el número de supuestos griales superó la veintena, la mayoría de ellos falsificaciones hechas con fines económicos o incluso políticos ya que la posesión del Grial era, además de un elemento de prestigio, una legimitación de poder. De todos ellos, hoy en día sólo se consideran dos como posibles reliquias (no ya en el sentido religioso sino como piezas procedentes realmente de la época de Cristo): el Grial de Valencia (una copa de ónice datada en el siglo I y proveniente probablemente de Antioquía) y la Copa de Plate de Antioquía (una copa de unos dos litros de capacidad que corresponde a la descripción de una segunda copa o jarra de plata que, según San Jerónimo, estaba en el cenáculo).

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