Hundo la cuchara
en la blanda firmeza del yogur
y me lo como, lentamente, de pie, a la luz
de la nevera abierta. Paladeo
su frescor gratificante,
su suave y precisa consistencia.
Era el último.
Quizá por eso me recuerda ese poema
de Carlos Williams, el poema
en el que habla de las fresas. O tal vez
fueran ciruelas, no lo sé. Y constatar así
que, en efecto, no hay ideas
sino en las cosas. Es verdad:
en las ciruelas, las fresas, el yogur
que termino y desecho en la basura
antes de encaminarme hacia la cama
sin nada de particular en la cabeza.
Roger Wolfe - Nada Particular
viernes, julio 28, 2006
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